martes, 16 de marzo de 2010

UN GRITO A LA VIDA

Este testimonio es impresionante. Es largo, pero se te ponen los pelos de punta al leerlo. Gracias a la persona que lo escribió (cuando tenía 19 años), por compartirlo con todo el mundo.

Gianna Jessen: Testimonio de un "aborto salino fracasado"
Cuando se habla del aborto, siempre se procura hacer desde la abstracción pero se evita ver qué es lo que se quiere eliminar. Quizás este testimonio ejemplifica que es lo que se mata en un aborto. Mi nombre es Gianna Jessen, tengo 19 anos de edad y soy originaria de California pero ahora resido en la ciudad de Franklin, en Tenesee. Soy adoptada y sufro de parálisis cerebral. Mi madre biológica tenia 17 anos y 7 meses y medio de embarazo cuando decidió abortarme por el proceso de inyección de agua con sal. Le inyectaron una mezcla especial en el útero capaz de abrasar al feto por dentro y por fuera. Yo soy la persona que ella aborto. Viví en vez de morir.

Afortunadamente para mí, el abortista no estaba en la clínica al nacer yo a las 6:00 AM del 6 de abril de 1977. Me apresuré, no esperaban mi aborto hasta las 9 AM, cuando el abortista llegaba a su oficina. Estoy segura que de si el hubiera estado allí, yo no estaría aquí hoy, ya que su trabajo es terminar la vida, no sostenerla. Hay quien dice que soy un "aborto fracasado", el resultado de un trabajo mal hecho.



Hubo varios testigos de mi entrada a este mundo. Mi madre biológica y otras muchachas jóvenes que también esperaban en la clínica su turno para abortar fueron las primeras en saludarme. Me dicen que este fue un momento lleno de histeria. Luego hubo una enfermera que aparentemente llamó al servicio médico de emergencia. Estos me llevaron al hospital en ambulancia, aunque esto normalmente no sucede así, porque si el bebé abortado nace vivo lo estrangulan o simplemente lo dejan morir, ya que han estado diciendo al resto del mundo que no es un ser humano.

Permanecí tres meses en el hospital. No había mucha esperanza para mí al principio: pesaba solamente un kilo al nacer y tenía serios problemas neurológicos que han perdurado hasta hoy. Hoy día niños aún mas pequeños han sobrevivido. Un doctor dijo que yo tenia un gran deseo de vivir y que luchaba por mi vida.


Eventualmente pude salir del hospital y fui colocada bajo el cuidado de familias adoptivas. Me diagnosticaron la parálisis cerebral como resultado del aborto. Le dijeron a mi madre adoptiva que era muy dudoso que yo alguna vez siquiera pudiera gatear o caminar. No me podía siquiera sentar por mí misma. Sin embargo, gracias a la tenacidad de mi madre aprendí a sentarme, a gatear y a ponerme de pie. Con la ayuda de soportes en las piernas logre caminar un poco antes de cumplir los 4 años.

Diana De Paul me adoptó legalmente unos meses más tarde; el departamento de servicios sociales no lo permitió antes. He continuado con terapia y después de 4 cirugías ahora puedo caminar sin ayuda. No es siempre fácil, a veces me caigo, pero he aprendido a hacerlo con gracia después de 19 años.

Nunca me hablaron de lo que me había pasado hasta poco después de cumplir los doce años, cuando volví a preguntarle a mi madre cuál era la razón de mi problema físico. Toda la vida me habían dicho que yo era así porque nací prematura y porque había tenido un parto traumático. Pero esta vez ella me dijo: '¿de veras quieres saberlo?'. Yo le dije que sí y entonces me explicó que mi madre biológica tenía 17 años y un embarazo de siete meses. Justo cuando me iba a descubrir esta tremenda verdad de mi vida, la miré y le dije: 'Ella me abortó, ¿verdad?'. Lo supe antes de que me lo contase.

Estoy contenta de estar viva. Casi morí. No me considero un producto secundario de la fecundación, un montón de células o ninguno de los títulos dados a los niños antes de nacer. No creo que ninguna persona concebida sea ninguna de esas cosas. He conocido a otros supervivientes de aborto y todos están agradecidos por la vida. Hace solo unos meses conocí a otra sobreviviente de un aborto por inyección salina. Su nombre es Sara y tiene dos años. Ella también sufre de parálisis cerebral, pero su diagnostico no es bueno. El abortista, además de inyectar a la madre, también inyecta al bebé. Sara recibió la inyección en la cabeza; yo vi el lugar donde la inyectaron.

Al hablar sobre la realidad del aborto no lo hago sólo por mí, sino también por otros que, como Sara, aún no pueden hacerlo y por los supervivientes. Hoy día un niño sólo es considerado un niño cuando es 'conveniente'. Si el momento de su concepción no es el adecuado, se dice que es otra cosa. Un niño sigue siendo un niño si la madre sufre un accidente a los dos, tres o cuatro meses, pero cuando es abortado, es llamado un montón de células. ¿Por qué? Yo no veo diferencia alguna.



Muchos cierran sus ojos... Lo mejor que tengo para enseñarles a defender la vida es mi propia vida. Ha sido un gran regalo. La matanza no es la solución a ninguna duda o situación. ¡Muéstrenme cómo puede serlo!

Hay una frase que dice: ‘Lo que es malo en lo moral, lo es también el lo político’. Estamos derramando la sangre del inocente. América esta destruyendo su futuro. Toda vida es valiosa, es un regalo. Debemos recibir con gozo y cuidar los regalos recibidos. Debemos honrar el derecho a la vida.

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